martes, 8 de junio de 2010

Producción Científica y Difusión del Conocimiento en el Contexto Global:

¿Por qué Publicar Artículos Científicos?

Por Dianosky Pulido y María Segovia
Universidad Fermín Toro


A Manera de Introducción
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Uno de los indicadores de desarrollo de los países a escala mundial, es el peso de su producción científica, así como el rol que juegan la ciencia y la tecnología como promotoras de avances en la actividad económica y en los aspectos sociales involucrados en el bienestar social de las naciones. En otras palabras, el progreso de las sociedades se soporta en la generación de conocimiento.
Evidentemente, el referente al que se acude para revisar el peso de la actividad científica en una economía, es justamente la producción que resulta de la misma, cuyo conocimiento se hace público solamente cuando se comunica, es decir, los frutos del quehacer científico no son tales sino son puestos a la disposición de la sociedad, a través de los recursos disponibles que son justamente las publicaciones de carácter científico.
Así las cosas puede aseverarse que, en primer lugar no hay incrementos en el bienestar social y económico de las naciones sino hay nuevo conocimiento que lo respalde, en segundo término, eso solo puede conseguirse a través de un reforzamiento de la actividad de investigación, o más concretamente de lo que se ha dado en llamar Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i), en tercer lugar, quienes realizan los procesos de I+D+i, no son otros que los investigadores científicos competitivos y motivados, quienes en cuarto lugar, reconocen que para alcanzar la excelencia en su labor, deben someter a consideración de la comunidad científica a la cual pertenecen los resultados de sus trabajos, y éstos no serán considerados como conocimientos genuinos hasta que dicha comunidad no los acepte e incorpore a lo que Slafer y Melgarejo (s/f) denominan “el cuerpo del conocimiento científico, que es la literatura científica rigurosa (la que está publicada en las mejores revistas de cada especialidad).”
Hasta este punto, se hace obvio que los indicadores cuantitativos que miden la producción científica son importantes (número de publicaciones individuales o por grupo de investigación es con frecuencia el indicador más resaltante), pero como apunta Melgarejo no hay que olvidar la dimensión cualitativa de la producción ya que proporciona una visión valorativa de la calidad asociada a la producción científica, por lo que se hace evidente que “no todas las publicaciones tienen el mismo valor para los científicos”, puesto que ese valor lo aporta el hecho de que las mismas estén arbitradas e indizadas, tanto mejor en cuanto exista un “contraste externo e internacional que defina su calidad” (s/f).
Para que ese panorama ideal de ampliación de las fronteras del conocimiento científico se devele, debe existir una especie de lubricante de todo el proceso expuesto, que no es otro que un escenario de educación universitaria que garantice una “enseñanza de alta calidad” para, primero que nada conseguir la adecuada formación de investigadores y en segundo plano, ser capaces de estimular el trabajo interdisciplinario en grupos de investigación que propendan al establecimiento de redes con otros científicos nacionales e internacionales, que posibiliten su exposición a puntos de vista alternativos y a una nueva cultura de producción colaborativa de conocimiento.
Por tanto son las universidades como parte del sistema de ciencia y tecnología las llamadas a formar investigadores por una parte, y por otra a propiciar políticas para la creación de grupos de investigación activos configurados por investigadores con una formación sobresaliente obtenida tanto en sus niveles de pregrado, como de postgrado.
Ahora bien, la antítesis de lo que se viene argumentando es un contexto universitario en el que la actividad científica sea considerada marginalmente, como un complemento de otras labores como la docencia, que no genera valor agregado para quienes la desarrollan, escenario en el cual difícilmente puede existir una tendencia a la investigación, ni que decir de la publicación científica. Éste suele ser el caso de algunas universidades venezolanas en las cuales se ha desarrollado una cultura adversa a la investigación, cimentada en aspectos económicos e institucionales, que de alguna manera configuran un bloqueo a la producción científica que como parte de sus responsabilidades deben cumplir los docentes, y que de hecho constituirían el arsenal con el cual se combatiría la ignominia que rodea en parte la reputación de la educación superior venezolana, a la cual muy benévolamente ha calificado Rojas (2000) como “reproductora de conocimientos”.
Justamente, en ese contexto o mundo bizarro de las universidades y su rol de promoción de la investigación, es que el Dr. Luis Rodolfo Rojas, tratando de responder a la interrogante ¿Por qué publicar artículos científicos?, plantea sus consideraciones respecto a las cuales nos proponemos realizar un análisis reflexivo y crítico.
En aras de la congruencia con la línea de argumentos que se ha venido desplegando, y bajo la consideración de que la realización de un análisis verdaderamente reflexivo y crítico, requiere contextualizar y confrontar los razonamientos del autor con la realidad circundante que percibe quien lee un documento, en nuestro caso hemos establecido dos ámbitos en los que se considera pertinente lo expuesto por Rojas: 1) A nivel global, 2) A nivel local (asumiendo Venezuela como dimensión territorial local), dimensión que en general comprende el sector universitario venezolano, y en particular, la universidad llanera por excelencia, la UNELLEZ, que es el ámbito profesional en el que se desempeñan las autoras.


La Producción Científica a Escala Global
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La Sociedad del Conocimiento y de la Información


El advenimiento de la era digital trajo consigo múltiples posibilidades de cambio en las relaciones interpersonales, sociales, comerciales, económicas y hasta políticas. Es así como puede afirmarse que la revolución tecnológica que han experimentado las sociedades de todo el mundo en los últimos treinta años, ha supuesto la incorporación de inventos basados principalmente en el manejo y procesamiento digital de la información en sus distintas modalidades, o en el mejor manejo del tiempo, o simplemente en mejorar la calidad de vida y del tiempo de ocio, ha cambiado la manera de producir, de consumir, de interrelacionarse socialmente (a nivel individual y colectivo), de gestionar los asuntos públicos y privados, de comunicarse, de educarse y por qué no hasta de pensar, en suma, las llamadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han cambiado la manera de vivir de las personas que han tenido no solo el acceso a ellas, sino las herramientas para aprovecharlas (conocimiento), influyendo ciertamente en la creación de la sociedad de la información, que es un nuevo modelo en el que su uso racional (de las TIC) es determinante para lograr la competitividad y la productividad tan necesaria para la promoción del mayor de los fines económicos, como lo es el desarrollo económico.
La actividad científica no ha estado exenta de esta revolución que ha generado la sociedad del conocimiento, de hecho es prácticamente la artífice de este modelo. Autores como Colom y Mélich (1994, Citados por Hurtado y Toro, 2007) consideran que en esta etapa que denominan como Posmodernidad, el saber científico se fundamentará en la comunicación, y más precisamente en la utilización de lenguajes como la cibernética, informática, lenguaje máquina, álgebra moderna, etc., y en la estructura de redes de comunicación de los mismos.
Análogamente, Hurtado y Toro, señalan que en la Posmodernidad, la ciencia contribuirá al desarrollo económico, con “una nueva mercancía: la Información” (2007), por lo que, esta transformación en los conceptos de ciencia y modernidad implica incluso un cambio en el concepto de cultura institucional que ahora estará relacionado con “la adquisición, dominio y utilización de lenguajes” (Colom y Mélich, 1994).
Ahora bien, lo anteriormente señalado exhibe plena concordancia con lo expuesto por Rojas (2000), en el sentido de que la actividad científica como proceso generador de conocimientos comprende tres dimensiones que van desde la cultura de la investigación de las personas y las organizaciones; el proceso de producción científica como tal, en el que se aplican las competencias teóricas y metodológicas de los investigadores; hasta la colocación de esa creación al servicio de la sociedad a través de la comunicación de la ciencia, que ahora en el contexto de la sociedad de la información pasa a tener primordial importancia.
Así se tiene que a nivel global, el modelo de sociedad que impera es el del flujo indetenible de la información de todo tipo, particularmente la científica, con el objeto de propiciar como ya se ha señalado mejores condiciones de vida. Por tanto, para que esa comunicación de la producción científica sea posible, es obvio que primero tiene que haber producción científica…
En tal sentido, la mayoría de los países alrededor del mundo han centrado sus esfuerzos en potenciar su producción científica a través de los procesos de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i), los cuales de acuerdo con Gómez ( 2010), comprenden la Investigación básica, la Investigación aplicada y el Desarrollo tecnológico, que finalmente se convierte en Innovación.[i]
Para ello, han potenciado el rol de las Universidades, como parte del sistema de Ciencia y Tecnología (además del Estado y las empresas), enfocándolas como organizaciones orientadas, no solo a la preparación de profesionales, sino a la investigación científica y a la preparación del personal calificado para ella, agrupados en centros especializados.
De este modo se garantiza la producción científica competitiva y valiosa, y su comunicación, a través de su incorporación al cuerpo del conocimiento científico, que es la literatura científica rigurosa, que está publicada en las mejores revistas de cada especialidad, y que puede ser aprovechada por otros investigadores, para nutrir sus propias producciones, reforzando ese ciclo de I+D+i, tan beneficioso para la sociedad desde el punto de vista económico y social. ¿Acaso puede haber una mejor razón para publicar?
Adicionalmente, hay que destacar que en esta sociedad de la información, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC); facilitan de manera extraordinaria la difusión del conocimiento científico, de hecho están propiciando en el momento actual un cambio de paradigma respecto a la cultura de la publicación, puesto que tradicionalmente se consideraba que la comunicación de la producción científica tenía más reconocimiento si se efectuaba exclusivamente en revistas impresas arbitradas e indexadas, sin embargo las revistas o journals en línea, características del Open Acces o libre acceso, no adolecen de la ligereza que se pensaba, sino que cuentan además de la misma rigurosidad científica (tanto de arbitraje, como cumplimiento de normas de publicación en general), de un mayor alcance en cuanto a la cobertura de la audiencia, lo que finalmente deriva en una mayor posibilidad de intercambio entre pares, así como de ser citados por otros investigadores a nivel internacional, tal como lo señala Rojas (2000), cuando enuncia hasta diez ventajas de publicar por esta vía. Es decir, se eleva a una potencia infinita las posibilidades de enriquecer el conocimiento científico.


La Producción Científica a Escala Local
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La Investigación y la Publicación en el Sector Universitario Venezolano


Como ya se ha señalado, el claustro universitario es actor principalísimo indiscutible en la promoción del desarrollo a través de la producción científica. Para ello tiene la posibilidad de segmentar sus acciones en distintos niveles: uno incorporando la investigación como un componente fundamental de la formación de sus estudiantes tanto a nivel de pregrado, como de postgrado (maestría y doctorado), otro estimulando el aglutinamiento de los investigadores en grupos o equipos de investigación, otro propiciando una estructura de recompensas de la actividad investigadora a través de la implementación de políticas que estimulen la publicación científica.
En Venezuela, es notorio un esfuerzo del Estado por darle al sector universitario su lugar como parte del sistema involucrado en la producción científica, de hecho, la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación , en su artículo 3, contempla que las instituciones de educación superior forman parte del Sistema Nacional de Ciencia,Tecnología e Innovación, el cual aglutina en general “las instituciones públicas o privadas que generen y desarrollen conocimientos científicos y tecnológicos, como procesos de innovación, y las personas que se dediquen a la planificación, administración, ejecución y aplicación de actividades que posibiliten la vinculación efectiva entre la ciencia, la tecnología y la sociedad”.
Por otra parte, la Ley de Universidades contempla en su Artículo 83, la realización de actividades de enseñanza e investigación como una de las obligaciones de los profesores universitarios. De hecho se considera como uno de los causales de remoción del cargo el “incumplimiento en las labores de investigación” (Artículo 110 LU), que incluso puede significar que no se pueda ejercer nuevamente labores de docencia o investigación en ninguna otra universidad. Sin embargo, a pesar de estar dispuesto en el marco legal, no hay mecanismos que comprometan a los docentes a realizar estas funciones, en especial la investigación que requiere niveles de rigurosidad y dedicación muy altos. Es lo que Rojas (2000) identifica como la ausencia de incentivos para investigar y publicar, así como la percepción de que no investigar no tiene consecuencias disciplinarias, en fin “gana igual el que no produce como el que investiga y publica”.
En cuanto a la pertinencia de la investigación, el artículo 2 del Reglamento Parcial de la Ley de Universidades, señala que las actividades de investigación y extensión, deben propender especialmente a la resolución de los problemas de interés nacional, valiéndose de distintos medios de divulgación científica, tal como se ha venido indicando que ocurre a nivel mundial, solo que en el caso venezolano esa correspondencia es más la excepción que la regla, siendo ésta quizás una de las razones de los bajos niveles de publicación.
La inclinación hacia la investigación que demanda Rojas (2000) de los estudios de maestría y doctorado, está contemplada legalmente en los artículos 15 y 17 del Reglamento Parcial de la Ley de Universidades respectivamente, no obstante en la práctica puede constatarse la gran tendencia a tratar estas oportunidades de estudio como simples modelos de reproducción de conocimiento, como lo señala el autor, haciendo prácticamente un lugar común la aparición del síndrome “Todo Menos Tesis” y los eternos doctorandos que no concretan su tesis doctoral.
Finalmente, conforme a la tendencia mundial, y considerando que es una Ley bastante antigua, nuestro marco legal considera como parte de la estructura universitaria a los Institutos, lo cuales define como centros destinados fundamentalmente a la investigación y a colaborar en el perfeccionamiento de la enseñanza (Artículo 77 LU).
En suma, visto el panorama del marco legal universitario en Venezuela, puede afirmarse que todas las falencias que Rojas (2000) describe respecto a la investigación y la publicación del conocimiento generado por ella, tienen un respaldo institucional, lo que nos lleva a concluir que el problema es más de esta índole que de comprensión del deber ser de las Universidades. Para ello dedicaremos unas breves líneas a la importancia de delinear instituciones fuertes para conseguir los objetivos propuestos en las diferentes áreas de producción de la sociedad, en este caso la científica.
North (1995) define a las instituciones como “las reglas del juego de una sociedad. Están formadas por la normativa formal –leyes, reglamentos, ordenanzas- y, con igual rango de importancia, por las normas informales de comportamiento –códigos de conducta, convenios- (…)”. Indica además este autor que un tercer componente de las instituciones es la forma como se obliga al cumplimiento, ya que en la medida en que se perciban beneficios de obedecer lo que prescriben las normas, los individuos tendrán incentivos para ceñirse a ellas.
Por tanto, al decir del mismo North, el marco institucional es la estructura de incentivos de la economía, del Estado y de la sociedad, si éste recompensa la actividad productiva y la creatividad, la sociedad crecerá y se desarrollará, de lo contrario se estancará.
No resulta nada difícil hacer la analogía entre lo que argumenta North (1995) respecto a las instituciones y lo que encuentra Rojas (2000) en nuestras universidades, puesto que hemos dejado en evidencia que si bien institucionalmente las leyes venezolanas prevén claramente el rol de estas instituciones de educación en la producción científica, la otra parte de la institucionalidad está distorsionada puesto que los docentes miembros de esas casas de estudios, al percibir escasos incentivos para investigar y pocas posibilidades de ser sancionados, no se motivan a la aventura creativa que implica el “ser investigador”.
Por otra parte, North diferencia las instituciones de las organizaciones, relacionando a las primeras con las reglas del juego y a las segundas con los jugadores, que tienen la particularidad de estar conformadas por grupos de individuos unidos entre sí por un objetivo común. Según este autor, la divergencia fundamental entre los dos conceptos, estriba en que son las organizaciones las que constituyen “los agentes de cambio en el mundo” muy especialmente las que compiten entre sí intentando cambiar las reglas institucionales(1995).
En el caso de las universidades, puede asumirse que son organizaciones educativas que tienen como objetivo la contribución al saber universal; por ende las universidades venezolanas, pueden asumir ese rol de agentes de cambio, en tanto se decidan a cumplir su rol de promotoras de la producción científica en el seno de su comunidad respondiendo a la institucionalidad, muy especialmente ofreciendo incentivos a sus profesores y alumnos de pre y postgrado para incorporar a su “modus vivendi” a la investigación y subsecuentemente a su divulgación mediante la publicación de artículos científicos y productos emparentados.
Particularizando aún más el contexto universitario, para referir el ámbito profesional en el que las autoras de este análisis se desenvuelven, debe indicarse que en la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales “Ezequiel Zamora”, se constatan los rasgos de institucionalidad que se señalaron en el sistema universitario venezolano, puesto que el Reglamento contempla la realización de funciones de investigación, conjuntamente con la docencia y la extensión, por parte de los profesores.
De igual manera, el Reglamento de Investigación de la UNELLEZ, prevé los pasos a seguir para efectuar investigación y obtener subvenciones, tanto para ejecutarlas como para publicarlas, a cuyos efectos las dependencias encargadas tienen asignado un presupuesto. De igual modo, el Reglamento indica las sanciones que el incumplimiento de los lapsos de entrega puede suscitar, las cuales, por cierto no van más allá de la cancelación de la investigación.
Por otra parte, este Reglamento propicia la creación de centros y grupos de investigación, de acuerdo al Plan General de Investigación de la institución y a la disponibilidad presupuestaria.
Al igual que en el caso de las universidades venezolanas, podemos advertir que en nuestra máxima casa de estudios, existe en correspondencia con ese marco legal nacional, una institucionalidad clara, o al menos parte de ella, reflejada en las normas, pero ni los códigos de conducta, ni los mecanismos de aplicación de las reglas han favorecido la creación de una cultura de la investigación, más allá de los consabidos esfuerzos de los profesores por presentar sus trabajos de ascenso o por cumplir con los requisitos de grado de algún plan de estudio de especialización, maestría o doctorado, tal como lo señaló el Dr. Martínez, facilitador de este seminario, en la sesión inicial de clases, al referenciar resultados de una investigación realizada en las instituciones de educación superior barinesas.
Si la producción científica es poca, también lo es la divulgación de la misma. No obstante la difusión de los beneficios de planes de estímulo a la investigación como el Programa de Promoción del Investigador (PPI), ha detrminado la incorporación de un número importante de profesores al mismo (25 profesores), lo que revela que efectivamente los incentivos institucionales tienen un papel crucial en la producción y publicación científica.
Finalmente, puede señalarse que al menos en la UNELLEZ, un factor de constante limitación a la publicación de las revistas especializadas de la propia institución, ha sido la disponibilidad presupuestaria.
Sin embargo, de la comprensión de que como organización nuestra universidad puede empezar a hacer una diferencia como referente de producción científica y de divulgación del conocimiento que generan sus profesores y alumnos, enfatizando sus pertinencia en lo social y económico, puede surgir la disposición a asumir los retos que dicha propensión al cambio revestiría, no solo desde el punto de vista administrativo, sino desde el punto de vista académico y humano. Esperemos por el bien de nuestra institución que todos sus integrantes asumamos esta postura.


Referencias Bibliográficas
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COLOM A. Y MÉLICH, J. (1994). Después de la Modernidad: Nuevas Filosofías de la Educación. Barcelona, España: Editorial Paidos.
GÓMEZ, M. (2010). Innovación, sociedades transnacionales y localización competitiva. [en línea]. Consultado el 04/06/2010 en http://www.revistalafactoria.eu/articulo.php?id=502
HURTADO I. y TORO, J. (2007). Paradigmas y Métodos de Investigación en Tiempos de Cambio. Caracas, Venezuela: Los Libros de El Nacional.
Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación. Gaceta Oficial Nº 38.242 de fecha 03 de Agosto del 2005
Ley de Universidades y su Reglamento. Gaceta Oficial No. 1429, Extraordinario, del 8 de septiembre de 1970.
NORTH, D. (1995). Estructurando Instituciones para el Desarrollo Económico. Conferencia pronunciada por el Profesor Douglas North Premio Nobel en Economía -1993 en el Banco Central de Venezuela/FIV el 3 de Agosto de 1995.
REGLAMENTO DE INVESTIGACIÓN DE LA UNELLEZ (2008). Consejo Directivo, Resolución N⁰ CD 2008/ 529, Acta N⁰ 737, Punto N ⁰ 02, de fecha 10 de junio de 2008.
ROJAS, L. (2000). ¿Por qué publicar artículos científicos? Revista Telos Vol. 2 pp.369-380.
SLAFER, G. y MELGAREJO P. (s/f). La producción científica, "una cuestión de responsabilidad". [en línea]. Consultado el 04/06/2010 en http://investigacion.universia.es/seccionEspecial.jsp?idEspecial=78&idSeccion=5379&title=PRODUCCION-CIENTIFICA-

[i] La investigación básica comprende los estudios que tienen como objetivo adquirir conocimientos científicos nuevos, en esta etapa los científicos realizan Descubrimientos. La investigación aplicada parte de los trabajos desarrollados en la investigación básica, pero orientados un objetivo práctico determinado, en esta etapa los técnicos Inventan. El desarrollo tecnológico comprende la utilización de los conocimientos adquiridos en la investigación aplicada para la producción de materiales, dispositivos, procedimientos o servicios nuevos. En esta etapa la empresa ha conseguido los conocimientos “Know How” (saber hacer) y desarrolla los prototipos o plantas piloto. Por último, si los resultados del prototipo son eficaces y viables, se realiza inversiones para producir en grandes series y vender al mercado: cuando el mercado acepta el producto o servicio, se convierte en innovación (Gómez, 2010).

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