Diálogo entre Eduardo Escalante y María J. Alderete
Por: Dianosky Pulido
dianosky697@hotmail.com
María Segovia
mariasegov@gmail.com
Por: Dianosky Pulido
dianosky697@hotmail.com
María Segovia
mariasegov@gmail.com
Partiendo de la premisa de que el progreso de las sociedades se soporta en la generación de conocimientos, puede inferirse la radical importancia de que la producción científica sea puesta al servicio de la sociedad mediante la comunicación de la ciencia para que cumpla con su principal objetivo, el cual no es otro que contribuir con los avances de la actividad económica, tecnológica y con el bienestar social de las naciones. Para alcanzar este fin, las universidades como organizaciones educativas cuya misión es contribuir al saber universal mediante la incubación de nuevos conocimientos, deben formar investigadores de alta calidad tanto en sus niveles de pregrado, como de postgrado.
En palabras de Rojas (2000) lo antes señalado, contrasta con la tendencia en las universidades de subordinar la investigación como un complemento de la actividad académica, probablemente porque ha sido más fácil reproducir que producir el conocimiento, lo que ha devenido en que muchas instituciones de educación superior sean proclives a magnificar el papel de las clases en desmedro de lo que significa investigar. Si se acepta el principio de que la investigación es el eje fundamental en la maestría y el doctorado, la situación universitaria descrita, altera la pertinencia social que deben exhibir los postgrados, que muy lejos de enseñar con clases, deben concentrarse en la producción de conocimientos útiles y transformadores de realidades.
En la creencia de que las maestrías y los doctorados son más para enseñar que para investigar, más para actualizar que para avanzar, o más para ascender que para contribuir, se asienta el problema de la poca producción científica en las universidades, organizaciones que para cumplir con su rol de ayudar a resolver problemas de la sociedad deben corregir su forma de actuar frente a la investigación y el postgrado, es decir deben cambiar su cultura investigativa.
Es en el contexto de la investigación en el mundo académico, que Eduardo Escalante y María Alderete sostienen un diálogo cuyo hilo conductor se fundamenta en la producción científica del estudiante universitario, a través de la elaboración de la tesis para la obtención de diversos grados académicos (licenciatura, maestría, doctorado).
En este sentido, Escalante señala que la investigación supone procesos de iniciación, que permiten ir resolviendo dificultades asociadas a la investigación. Es difícil encarar ese trabajo cuando no se está preparado y cuando los tesistas no conocen los alcances, ni tienen idea de las teorías a las que tendrán que recurrir para realizar sus trabajos, ni han sido preparados para elaborar comunicaciones científicas con distintos formatos como monografías, artículos, ponencias, conferencias, etc., pues todo esto les va dando soltura y experiencia para la elaboración de la tesis. Es decir, cuando no tienen cultura investigativa que les permita llevar a cabo un proceso serio y sistematizado de producción de conocimientos.
Para que los postgrados generen productos científicos pertinentes con las necesidades del país, y logrados mediante el desarrollo de procesos competitivos y de calidad basados en competencias y dominios teóricos y metodológicos y la colocación de esos productos al servicio de la sociedad mediante la comunicación de la ciencia, es necesario el esfuerzo personal del tesista y el apoyo institucional de la universidad que los acoge. De allí, que los participantes de un postgrado deben desarrollar la competencia comunicativa, a través de la comunicación escrita, ya que la palabra escrita tiene la ventaja, que aquello que se escribe perdura, por lo tanto se debe insistir en que los tesistas produzcan a lo largo de su escolaridad trabajos dentro de la denominación genérica del trabajo científico, tales como ponencias, artículos, conferencias, el reporte de la investigación, entre otros. Pues, como lo señala Rojas (2000) se investiga bajo una cultura de investigación, con demostración de competencias, y con acciones comunicacionales: Conferencias, ponencias, artículos, foros.
Es importante tener presente, de acuerdo a lo destacado por Escalante, que atendiendo al grado académico a obtener, el alcance y metodología para elaborar una tesis varía. El tesista de grado (licenciatura) tiene que iniciarse en estudios exploratorios y descriptivos fundamentalmente, con pocas variables, con un muy buen marco teórico, no necesariamente con hipótesis y si las incorpora, deberían ser preferentemente descriptivas. Se trata de un proceso de iniciación y preparación de competencias investigativas, más que de un proceso de construcción del conocimiento. A nivel de maestría, se busca probar las competencias fundamentales para realizar una investigación siguiendo todos los protocolos requeridos por la metodología científica; mientras que a nivel doctoral, se genera un aporte personal a la construcción teórica, es decir, se trata de la construcción de conocimiento propio.
Por lo antes expuesto, cabe señalar que las tesis de postgrado exigen respecto a las de pregrado, mayor rigor en el uso de modelos de investigación ya sea cualitativo o cuantitativo y en la investigación bibliográfica que se traduce en marco teórico.
Para Escalante, existen dos modelos extremos de investigación: el enfoque positivista o cuantitativo y el enfoque cualitativo o interpretativo. El enfoque positivista es el que utiliza preferentemente los métodos cuantitativos, generalmente asociados con las mediciones sistemáticas, diseños experimentales, modelos matemáticos, etc. El enfoque cualitativo o interpretativo, está orientado a la búsqueda del significado personal de los sucesos, el estudio de las interacciones entre las personas y el entorno, así como los pensamientos, actitudes y percepción de los participantes.
La postura de Escalante, colida con los planteamientos de Hurtado (2008), quien advierte que la clasificación cualitativo-cuantitativo que se ha hecho de los paradigmas es impropia. Si bien es cierto que hay una tradición en la cual muchos autores han utilizado esta terminología, Hurtado (2008) señala que éstas no han sido las denominaciones más acertadas para referirse a ciertas posturas ante la investigación que han surgido como contribución de variados modelos epistémicos. En primer lugar el cuestionamiento más sencillo, es que estos términos aluden a técnicas de recolección de información y análisis, y no a las posturas epistémicas a las cuales quieren hacer referencia. En segundo lugar, tampoco tiene sentido hablar de cualitativo y cuantitativo, pues estas categorías forman parte de la lógica dicotómica propia de la Modernidad. En el caso de la holística se considera que la realidad no es ni cualitativa ni cuantitativa, estas son solo categorías dentro de una lógica binaria para caracterizar los eventos.
De hecho, para la autora, cuando alguien habla del paradigma cualitativo podría estar refiriéndose al materialismo dialéctico, al estructuralismo, al construccionismo o al pragmatismo; por otra parte, cuando alguien menciona el paradigma cuantitativo podría estar haciendo alusión al positivismo, o al empirismo.
De esta manera, Hurtado (2008) deja en claro que los términos cualitativo y cuantitativo aluden a las técnicas de análisis. En otras palabras, cuando las técnicas de análisis se basan en datos numéricos y pertenecen al campo de la estadística se les denominan técnicas cuantitativas, y cuando se basan en datos verbales se les denomina técnicas cualitativas. Esto permite comprender que para Hurtado (2008), los términos cualitativo o cuantitativo no aluden modelos epistémicos, paradigmas ni a tipos de investigación, ni a métodos, ni a diseños, sino a las técnicas que se utilizan en los análisis de la investigación.
Por cuanto cada modelo epistémico señalado anteriormente tiene características filosóficas, teóricas y metodológicas diferentes (todos los modelos o paradigmas remontan su origen a una disciplina y pertenecen a una tradición), al entender de Hurtado (2008), no es correcto hablar de un modelo epistémico o de un paradigma cualitativo, pues en realidad son varios los modelos epistémicos o los paradigmas que tienen preferencia por el uso de técnicas cualitativas. Primero, porque lo cualitativo no alude a una postura filosófica o paradigma, sino a técnicas de recolección de datos y de análisis, y segundo, porque existen varios paradigmas (y no uno) que prefieren el uso de técnicas cualitativas.
Análogamente, cada modelo epistémico atribuye un objetivo diferente a la investigación (para la fenomenología el objetivo es describir, para el estructuralismo es analizar y explicar, para el pragmatismo es transformar…), su método está diseñado para el logro de tal objetivo. Es decir, los modelos epistémicos tienen un método diferenciado que está en consonancia con la manera como concibe la investigación y con el objetivo que pretende alcanzar. En consecuencia, tampoco hay un sólo “método cualitativo”, porque dentro de los modelos epistémicos que prefieren las técnicas cualitativas no hay un sólo método.
Por tal razón, resulta más preciso aludir a técnicas cualitativas o a técnicas cuantitativas, o también abordajes estructurados y abordajes inestructurados. Dado que las técnicas son instrumentales, pueden ser utilizadas con diversos fines, pueden ser seleccionadas y desarrolladas en concordancia con tales fines y no son exclusivas de un método ni de un modelo epistémico.
Como ya se ha señalado, la universidad juega un papel indiscutible en la promoción del desarrollo a través de la producción científica. Por tanto, independientemente del tipo de técnicas de investigación que se empleen, siempre que la producción científica y la divulgación del conocimiento que se genere en la universidad y los postgrado tenga pertinencia en lo social, tecnológico y económico, la investigación será competitiva y valiosa, y podrá ser aprovechada por otros investigadores, para nutrir sus propias producciones, reforzando así el ciclo de la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación), tan beneficioso para el progreso de las naciones.
BIBLIOGRAFÍA
ESCALANTE, E; ALDERETE, M. Dialogando sobre investigaciones. Recuperado en Julio 01, 2010, de http://www.escalante.cl/media/basurero/Escalante_Dialogo.pdf
HURTADO, J. (2008). Metodología de la investigación. Una comprensión Holística. Caracas, Venezuela. Ediciones Quirón.
ROJAS, L. (2000). ¿Por qué publicar artículos científicos? Revista Telos Vol. 2 pp.369-380.
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